Bajo un calor sofocante, en una carrera infernal cruzó toda la ciudad. En el ruidoso tuk tuk hasta la parada de autobús, y de allí a la estación de tren, donde después de una larga cola le había llegado su turno, su billete a la isla de Koh Samui, un bello lugar de Tailandia le esperaba.
La mujer le reclamaba impaciente. – ¡Le faltan doscientos euros señor!
La miró sonriente – ¡pues deme un billete a una isla más cerca!
La mujer repitió lentamente…- ¡que le faltan doscientos euros para pagar la hipoteca de este mes!